El gobierno de Israel ha confirmado que un dron intentó atacar la residencia del primer ministro Benjamin Netanyahu en Cesarea el pasado sábado, aunque no se registraron víctimas, ya que ni Netanyahu ni su esposa se encontraban en la casa en ese momento. Este ataque se produce en un contexto de creciente violencia en la región, especialmente tras la reciente promesa del líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Khamenei, de que el grupo militante Hamas continuará su lucha tras la muerte de Yahya Sinwar, su líder, esta semana.
Simultáneamente, las sirenas de alerta sonaron en Israel, advirtiendo sobre el lanzamiento de proyectiles desde Líbano, donde aproximadamente 180 fueron disparados, según el ejército israelí. El ataque dejó un saldo de un muerto y varios heridos en el norte de Israel, lo que ha intensificado la alarma en la población. En la ciudad de Kiryat Ata, las alarmas hicieron que los residentes buscaran refugio, mientras que un cohete impactó en la zona, causando daños materiales y dejando a nueve personas con heridas leves.
El clima de inestabilidad ha sido alimentado por la escalada del conflicto con Hezbollah, un grupo aliado de Hamas y respaldado por Irán. Hezbollah anunció recientemente el lanzamiento de una nueva fase de combate utilizando misiles guiados y drones explosivos hacia Israel. Las tensiones han aumentado considerablemente desde la muerte de su líder, Hassan Nasrallah, en un ataque aéreo israelí en septiembre.
Mientras tanto, las fuerzas israelíes han intensificado sus ataques en el norte de Gaza, impactando hospitales y causando la muerte de más de 50 personas, incluidos niños, en menos de 24 horas. La situación humanitaria en Gaza es crítica, con el 90% de la población desplazada y enfrentando serias dificultades para acceder a alimentos, agua y atención médica. Los bombardeos han devastado gran parte del territorio, y los residentes continúan sufriendo las consecuencias de este prolongado conflicto.
Este ciclo de violencia y represalias ha dejado a la población en un estado de constante preocupación, con millones de personas desplazadas y sin un final claro a la vista. La comunidad internacional observa con preocupación el deterioro de la situación, mientras se intensifican los llamados a la paz en medio de un conflicto que ha arrastrado a la región a un caos prolongado.
