En lo profundo de los bosques tropicales de Panamá, un fenómeno sin precedentes ha capturado la atención de la comunidad científica: el Dipteryx oleifera, conocido como árbol tonka, no solo sobrevive a los rayos, sino que parece usar los impactos eléctricos para dominar su entorno.
Este descubrimiento se produjo tras el monitoreo de más de 90 impactos de rayos directos en el Monumento Natural de Barro Colorado, una de las reservas biológicas más biodiversas del planeta. Mientras muchos árboles no resisten una descarga eléctrica, el tonka permanece prácticamente ileso. Su gran altura y copa extensa lo convierten en un blanco habitual de las tormentas, pero esta supuesta desventaja se transforma en una estrategia evolutiva clave.
Cada vez que un rayo lo impacta, se eliminan lianas parásitas y árboles vecinos, reduciendo la competencia por la luz y los nutrientes. Así, el tonka queda rodeado de un espacio despejado que favorece su crecimiento y reproducción. Según estudios recientes, los ejemplares que reciben descargas eléctricas tienen hasta 14 veces más probabilidades de reproducirse que aquellos que no han sido alcanzados.
Además, el árbol parece haber desarrollado una estructura interna que disipa la energía eléctrica sin sufrir daños significativos. La corriente fluye desde su copa hasta las raíces, sin incendiarlo ni partirlo como ocurre con otras especies.
Este fenómeno está transformando la ecología del bosque. Los árboles cercanos al tonka tienen un 48% más de riesgo de morir en las décadas siguientes, lo que cambia la estructura del dosel y puede alterar la biodiversidad. Animales que dependen del árbol tonka prosperan, mientras que otras especies podrían verse desplazadas.
El caso del Dipteryx oleifera plantea una nueva perspectiva sobre los efectos del clima extremo en los ecosistemas tropicales. Con el cambio climático intensificando las tormentas, especies como esta podrían convertirse en dominantes, afectando el equilibrio del bosque y sus funciones ecológicas, incluida la captación de carbono.
En definitiva, lo que ocurre en Panamá demuestra que la naturaleza puede convertir lo destructivo en oportunidad, y que en el corazón de una tormenta, algunos árboles encuentran la clave para su supervivencia.