Estados Unidos y Japón anunciaron este domingo un fortalecimiento de su estrategia de disuasión militar conjunta para prevenir posibles actos agresivos de China en la región del Indo-Pacífico, con especial atención en el estrecho de Taiwán.
El secretario de Defensa de EE.UU., Pete Hegseth, y su homólogo japonés, Gen Nakatani, reafirmaron en Tokio el compromiso de ambos países con la estabilidad regional y la seguridad en esta zona estratégica.
“América primero no significa América sola”, afirmó Hegseth, destacando que la política exterior del gobierno de Donald Trump prioriza los intereses nacionales, pero sin aislarse de sus aliados.
El estrecho de Taiwán es un punto clave en la geopolítica mundial, debido a su importancia comercial y a las tensiones entre China y la isla. Pekín considera a Taiwán parte de su territorio y ha intensificado su presencia militar en la región, lo que genera preocupación en los países vecinos.
Por su parte, Nakatani advirtió que la estabilidad de Taiwán es fundamental para la seguridad de Japón, por lo que ambos países coincidieron en la necesidad de garantizar la paz y la libre circulación comercial en la zona. Japón dejó claro que, en caso de conflicto, responderá conforme a su legislación y las normativas internacionales.
Hegseth también hizo referencia a conflictos globales como la invasión rusa a Ucrania y el ataque de Hamás contra Israel, asegurando que “estos sucesos nunca habrían ocurrido bajo la presidencia de Trump”. Según el jefe del Pentágono, la falta de firmeza de la anterior administración estadounidense generó un vacío que fue interpretado como debilidad por parte de potencias rivales.
Como parte de esta estrategia de disuasión, Tokio y Washington acordaron fortalecer las capacidades militares japonesas. Japón ha anunciado planes para incrementar su gasto militar al 2% de su PIB para 2027, lo que incluirá la adquisición de nuevas capacidades ofensivas, un paso inédito bajo su Constitución pacifista.
El acuerdo de seguridad entre ambos países, firmado en 1960, establece que EE.UU. defenderá a Japón en caso de ataque, a cambio de mantener bases militares en territorio japonés. Sin embargo, las crecientes tensiones en la región han impulsado a Japón a modernizar y expandir su poder militar.
Con esta alianza reforzada, Estados Unidos y Japón envían un mensaje claro a Pekín: cualquier intento de alterar el statu quo en el Indo-Pacífico enfrentará una respuesta coordinada y contundente.