Desde el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, sus comentarios sobre el Canal de Panamá han generado fuertes reacciones. El mandatario ha expresado su desacuerdo con las tarifas impuestas a los barcos estadounidenses y ha insinuado que su país debería recuperar el control de esta importante vía de comercio.
Trump, antes de asumir el cargo, ya había señalado que el 70% del tránsito a través del canal correspondía a embarcaciones estadounidenses y consideró excesivos los costos que los barcos de su país deben pagar. Estas declaraciones han provocado respuestas contundentes desde Panamá. El presidente José Raúl Mulino subrayó que el canal es un símbolo de la soberanía panameña y que el control de la vía interoceánica es irreversible.
El debate se intensificó el 20 de enero, durante la toma de posesión de Trump, cuando el presidente estadounidense cuestionó que Estados Unidos hubiera entregado el canal hace décadas y sugirió que la influencia china en la operación del canal era un tema preocupante. Ante esta afirmación, Mulino rechazó cualquier tipo de insinuación sobre el control chino del canal y reafirmó que la soberanía panameña sobre esta vía es indiscutible.
El 30 de enero, en su informe semanal, Mulino se mostró firme en su postura. Al ser cuestionado sobre si Panamá estaría dispuesto a negociar con Estados Unidos para reducir la tensión, el mandatario panameño fue categórico: “Es imposible. No puedo negociar ni abrir un proceso sobre el canal. Es un tema resuelto. El canal es de Panamá”.
Mulino, sin embargo, destacó que existen otros temas de interés común entre ambos gobiernos, como la migración, el narcotráfico y el crimen organizado, donde sí puede haber colaboración, pero dejó claro que el control del canal no es un asunto sujeto a negociación.