El Año Nuevo es una de las celebraciones más significativas a nivel global, marcando no solo el comienzo de un nuevo ciclo, sino también un momento de reflexión sobre el pasado y la proyección de sueños y metas. Para algunos, representa una oportunidad de avanzar o dejar atrás experiencias difíciles, mientras que para otros, es un periodo cargado de emociones variadas.
Según Liliana Guzmán Álvarez, experta en intervención clínica de la Facultad de Psicología de la UNAM, las emociones asociadas a esta época, como la alegría o la tristeza, están influenciadas por significados simbólicos que cada persona construye a lo largo de su vida. “El significado que le damos a estas fechas depende de las experiencias que hemos pasado”, señala.
El cierre de año nos lleva a reflexionar sobre los últimos 12 meses. Sentimientos como satisfacción y alegría suelen surgir al alcanzar metas o fortalecer la conexión con seres queridos. Sin embargo, también pueden aparecer la tristeza o la desesperanza al recordar pérdidas, enfrentar dificultades o identificar metas incumplidas.
Guzmán Álvarez explica que estas emociones son parte de un balance natural en el que evaluamos nuestro progreso y definimos nuestras aspiraciones para el año que inicia. Sin embargo, advierte sobre el riesgo de caer en comparaciones con los logros de los demás o con versiones ideales de nosotros mismos, lo que puede generar insatisfacción.
La experta subraya la importancia de distinguir entre tristeza ocasional y depresión. Mientras que la tristeza es una respuesta natural ante pérdidas o desafíos, la depresión es un trastorno más complejo que afecta múltiples aspectos de la vida. Si bien la tristeza asociada al fin de año suele ser temporal, la depresión requiere atención profesional para ser tratada.
Aunque existe el concepto del "Blue Monday", considerado el día más triste del año, Guzmán Álvarez destaca que las emociones humanas no funcionan de forma uniforme. “No es una regla que todos experimentemos tristeza después del Año Nuevo, pero es común que tras las festividades surjan nuevas evaluaciones de nuestra vida”, comenta.
Para comenzar el año con una perspectiva constructiva, la especialista recomienda:
- **Establecer metas claras y alcanzables:** En lugar de objetivos abstractos, es mejor optar por propósitos específicos, como incorporar una ración de verduras en cada comida o tomar un litro de agua al día.
- **Elegir metas significativas:** Plantearse objetivos que reflejen nuestros valores y aspiraciones más profundas.
- **Compartir metas con la red de apoyo:** Esto fomenta el compromiso y permite evaluar el progreso.
- **Ser compasivos con nosotros mismos:** Evitar la autocrítica excesiva que podría obstaculizar el avance hacia nuestros propósitos.
El Año Nuevo no solo es un momento para celebrar, sino también para replantear el rumbo de nuestra vida. Al abordar esta etapa con metas concretas y una actitud positiva, podemos avanzar hacia una existencia más significativa y plena.