La Ciudad de Buenos Aires se encuentra nuevamente conmocionada por un nuevo episodio de inseguridad que ha puesto en jaque a las fuerzas de seguridad. Al menos 17 detenidos lograron fugarse de la Comisaría 9 del barrio de Liniers, aprovechando un boquete realizado en una de las paredes de la celda.
Este hecho se suma a otra fuga masiva ocurrida hace un mes en otra comisaría porteña, lo que evidencia una grave falla en el sistema de seguridad de las cárceles de la ciudad. Entre los evadidos se encuentran ciudadanos argentinos y chilenos, quienes enfrentaban cargos por diversos delitos.
Ante esta situación, las autoridades han desplegado un amplio operativo para dar con el paradero de los fugitivos. Hasta el momento, solo uno de los detenidos ha sido recapturado, mientras que el resto continúa prófugo.
La gravedad de la situación ha llevado al Gobierno de la Ciudad a tomar medidas drásticas. El jefe de la Policía de la Ciudad, Pablo Kisch, y el subjefe, Jorge Azzolina, han sido removidos de sus cargos. El ministro de Seguridad, Waldo Wolff, justificó esta decisión señalando que "no es aceptable que 17 personas se fuguen sin ser vistas en una dependencia rodeada de policías".
Además de los cambios en la cúpula policial, el Ministerio de Seguridad ha anunciado una investigación interna para determinar las responsabilidades de los funcionarios involucrados en el incidente y establecer las medidas necesarias para evitar que hechos similares se repitan en el futuro.
Esta nueva fuga masiva pone de manifiesto la crisis de seguridad que atraviesa la Ciudad de Buenos Aires. La sobrepoblación en las comisarías, la falta de personal y las deficiencias en las infraestructuras son algunos de los factores que han contribuido a esta situación.
La ciudadanía exige respuestas y soluciones concretas por parte de las autoridades. Es fundamental que se investiguen a fondo las causas de estas fugas y se implementen medidas urgentes para garantizar la seguridad de los ciudadanos y el buen funcionamiento del sistema penitenciario.
