Mientras los cardenales se reúnen en Roma para elegir al nuevo Papa tras la muerte de Francisco, una figura inesperada ha captado la atención del mundo eclesiástico: Mykola Bychok, de 45 años, el miembro más joven del Colegio Cardenalicio con derecho a voto. Nacido en Ucrania y residente en Melbourne, Australia, Bychok representa una nueva generación dentro de la Iglesia Católica.
Su trayectoria ha sido vertiginosa. Llegó a Melbourne en enero de 2020 como obispo de la Eparquía de los Santos Pedro y Pablo, perteneciente a la Iglesia greco-católica ucraniana. En octubre de 2022, fue nombrado cardenal por el Papa Francisco y juró su cargo en diciembre de ese mismo año. Desde entonces, se ha convertido en un referente de renovación y cercanía dentro del clero.
Aunque la tradición exige que se le llame “Su Eminencia”, Bychok prefiere describirse como alguien “flexible, santo, accesible y sin eminencia”, lo que refleja su estilo pastoral humilde y cercano.
Nacido en Ternopil, Ucrania, sintió el llamado religioso desde su niñez, cuando servía como monaguillo. A los 17 años ingresó al monasterio redentorista, una orden dedicada a trabajar con los más necesitados. Su vocación lo llevó a servir en Polonia, Rusia y Estados Unidos antes de establecerse en Australia.
Actualmente, de los 252 cardenales del mundo, solo 139 menores de 80 años tienen derecho a voto en el cónclave, y Bychok es uno de ellos. Al momento del fallecimiento del Papa Francisco, se encontraba en Israel, pero ha viajado a Roma para participar en el funeral y el proceso de sucesión papal.
Tras la muerte del pontífice, Bychok escribió: “Rezo para que el Papa Francisco interceda por Australia y Ucrania”, reafirmando su compromiso espiritual con ambas naciones.
Su nombramiento y perfil reflejan la intención del Papa Francisco de diversificar el liderazgo de la Iglesia, apostando por figuras globales y menos tradicionales. Bychok, con su tocado negro bizantino y su historia de servicio en contextos difíciles, simboliza una Iglesia más abierta, joven y conectada con los márgenes.
Además, su presencia en Australia ha sido interpretada como un alejamiento del legado controvertido del cardenal George Pell, quien ocupó un lugar destacado en el Vaticano durante años.
“Cuando fui nombrado cardenal, pedí al Santo Padre que rezara por Ucrania y por los niños robados”, recordó recientemente. Ahora, su juventud y humildad lo perfilan como una figura clave en una Iglesia que busca renovarse frente a los desafíos del presente.