Conservar el pescado mediante congelación es una de las formas más eficaces de mantener su frescura, valor nutricional y seguridad alimentaria. En temporadas de alta demanda como la Semana Santa y Pascua, donde los productos del mar protagonizan la cocina, conocer cómo almacenarlos adecuadamente se vuelve esencial para evitar desperdicios y riesgos a la salud.
El pescado es un alimento altamente perecedero. Su alto contenido de agua, bajo nivel de grasas saturadas y acelerada actividad enzimática lo hacen susceptible al desarrollo de bacterias y parásitos tras su captura. De acuerdo con la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), estas características demandan un manejo riguroso, siendo la congelación uno de los métodos más seguros y eficaces para conservarlo.
Además de preservar sus propiedades organolépticas —como textura y sabor—, congelar el pescado detiene el crecimiento de microorganismos y prolonga su vida útil. Según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), la duración en el congelador varía dependiendo del tipo de pescado:
• Pescados magros (como bacalao, lenguado o abadejo): entre 6 y 8 meses.
• Pescados grasos (como salmón, atún o caballa): de 2 a 3 meses.
• Pescado ultracongelado (a -40 °C): hasta 18 meses, siempre y cuando se mantenga la cadena de frío.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) resalta que, a pesar de su naturaleza perecedera, el pescado puede estar disponible todo el año gracias a su facilidad de transporte y conservación a bajas temperaturas.
¿Cómo congelar el pescado de manera adecuada?
Para garantizar la máxima calidad y seguridad, se deben seguir estos pasos:
1. Limpieza previa: El pescado debe ser eviscerado, desescamado y lavado. Es ideal filetearlo o cortarlo en porciones.
2. Secado: Antes de congelar, se debe eliminar el exceso de humedad con papel absorbente.
3. Empaque adecuado: Guardar en bolsas herméticas o recipientes eliminando el aire, para evitar quemaduras por congelación.
4. Congelación rápida: A -18 °C o menos. La congelación lenta puede dañar la textura por la formación de cristales grandes de hielo.
5. No romper la cadena de frío: Una vez congelado, el pescado no debe descongelarse hasta su consumo. Si se descongela, debe cocinarse antes de volver a congelar.
Conservar el pescado de manera correcta no solo extiende su vida útil, sino que protege la salud de quienes lo consumen y evita el desperdicio de un alimento tan versátil como nutritivo. La clave está en una congelación consciente, informada y constante.