Un video que se ha viralizado en redes sociales muestra un inquietante momento en las calles de Nueva York: un perro robot se acerca de manera tensa a un perro real, generando incomodidad tanto en el animal como en su dueño. La escena, descrita por muchos como “distópica”, ha encendido un debate sobre el uso de tecnologías robóticas en espacios públicos.
El robot pertenece a la artista Sevdaliza, de origen iraní-holandés, conocida por su trabajo vanguardista y su estética futurista. A través de sus redes, defendió al dispositivo, describiéndolo como “muy dulce”, y afirmó que su intención no era provocar ningún conflicto.
Sin embargo, el comportamiento del robot ha sido interpretado de manera distinta por miles de usuarios en Instagram y TikTok, donde los comentarios han oscilado entre el asombro, la preocupación y la crítica. Algunos compararon el momento con un episodio de la serie “Black Mirror”, mientras que otros llegaron a calificar al robot de “poseído” y cuestionaron su presencia en calles concurridas.
El incidente ha vuelto a poner en el centro del debate la integración de robots en la vida urbana, especialmente los perros robot, que originalmente fueron diseñados para usos militares o de seguridad. Modelos como el “Digidog”, utilizados por la Policía de Nueva York, han generado controversia en el pasado debido a preocupaciones sobre privacidad, ética y la seguridad de humanos y animales.
Organizaciones defensoras de los derechos de los animales y expertos en tecnología advierten que el uso de estos dispositivos debe estar regulado y sujeto a protocolos claros de interacción, especialmente cuando se trata de compartir espacio con seres vivos.
El video, además de viralizarse, ha puesto de manifiesto la necesidad de replantear cómo, cuándo y con qué límites se deben insertar robots autónomos en la cotidianidad urbana, antes de que sus acciones pasen de lo llamativo a lo potencialmente riesgoso.