En la Atenas del siglo IV a. C., los trirremes no solo eran máquinas de guerra imponentes: también funcionaban como símbolos flotantes de identidad, orgullo y cohesión social. Un nuevo estudio dirigido por el arqueólogo Georgios Apeitos, de la Universidad de Oxford, revela cómo los nombres asignados a estos barcos reflejaban la psicología colectiva de una ciudad que buscaba reconstruirse tras la devastación de la guerra del Peloponeso.
Analizando los Inventarios navales de Atenas, una rica colección de inscripciones conservadas en los puertos del Pireo (Zea, Muniquia y Kantharos), el investigador logró identificar 279 nombres únicos asignados a trirremes atenienses. Estos registros ofrecen mucho más que simples datos administrativos: muestran cómo los antiguos atenienses proyectaban sus valores religiosos, morales y políticos sobre sus embarcaciones de combate.
Divinidades, ideales y emociones en el mar
Según el estudio, los nombres se agrupan en nueve grandes categorías, siendo la más abundante la de referencias mitológicas o divinas, con un 24 % del total. Barcos como Artemisa, Aquiles o Galatea invocaban protección y poder sobrenatural. Aunque no se menciona directamente a Poseidón, dios del mar, sí se encuentran alusiones a su tridente y a su esposa Anfitrite, lo que refleja el respeto por las fuerzas del océano.
Otra categoría destacada engloba nombres abstractos o ideales como Democracia, Libertad, Esplendor o Varonía. Estos apelativos actuaban como lemas que inspiraban a la tripulación, reforzando el orgullo cívico y los valores fundamentales de la polis. Democracia, por ejemplo, fue utilizado durante más de medio siglo.
También se identifican nombres relacionados con características visuales o funcionales (Velocidad, De ojos feroces) y con términos militares como Lanza o Vanguardia, que dejaban claro el propósito ofensivo de la flota. Algunos nombres incluso sugerían funciones específicas, como el transporte de caballería, a través de palabras asociadas a caballos.
Más que nombres: símbolos de unidad y moral
Uno de los aspectos más innovadores del estudio es su enfoque psicológico y social. Apeitos argumenta que estos nombres no eran simples etiquetas, sino instrumentos de cohesión emocional dentro del trirreme, donde convivían más de 170 remeros, marineros y oficiales en condiciones de tensión constante.
Nombrar un barco Victoria, Justicia o Portadora de luz era, según el investigador, dotarlo de un alma colectiva. El nombre creaba un sentido de pertenencia, funcionaba como una fuente de motivación y ayudaba a sobrellevar el peligro del combate naval.
“La elección del nombre era, en cierto modo, una narrativa compartida entre los tripulantes —y por extensión—, una expresión del alma de Atenas”, concluye Apeitos.
Este hallazgo no solo abre nuevas ventanas al estudio de la guerra naval antigua, sino que también humaniza a los combatientes al revelar cómo, incluso en tiempos de conflicto, buscaban sentido, orgullo y unión a través de algo tan simbólico como el nombre de su barco.